Sea como fuere, y aunque Awake sea de lo mejor que se haya
estrenado en la televisión estadounidense en abierto en los últimos
meses, tampoco considero su cancelación una grave pérdida televisiva al
nivel de Rubicon, Lights Out o Terriers. Sin
duda, hubiera sido interesante ver cómo se desarrollaba la serie en una
hipotética segunda temporada, pero después de no haber logrado, en mi
opinión, un balance cualitativo de la temporada tan positivo como el
obtenido en sus últimos episodios, queda claro que esta inconsistencia
iba a dejar huella en el futuro de la serie.
Lo más destacado
Si hablamos de los aspectos en los que Awake ha rozado la excelencia, cabe destacar en primer lugar a un soberbio Jason
Isaacs, un actor todoterreno que ha otorgado a su Michael Britten una
variedad de posturas y matices realmente impresionantes; como hombre
de familia y como obcecado detective, Britten ha sido la piedra angular
de la serie, incluso en unos primeros episodios que dejaban bastante
que desear. Sin duda, uno de los personajes del año.
Además, si hay algo que destaco especialmente de Awake es el esfuerzo que ha realizado para conseguir que la trama familiar de la serie se haya visto reforzada de una manera tan positiva,
cuando es este aspecto en general el que suele salir perdiendo en la
mayoría de las series policíacas. Laura Allen y Dylan Minette, Hannah y
Rex Britten respectivamente, han acompañado con gran acierto a Isaacs y
han dotado a cada una de las dos realidades del protagonistas de matices
muy interesantes. En especial, destacar al joven Minette, que ha
conseguido que un personaje adolescente se aleje del cliché del mocoso
odioso al que estamos acostumbrados. Tampoco olvidar la introducción
hacia la mitad de temporada de Daniela Bobadilla, Emma, cuyo personaje
dotó de una nueva dimensión a una ya interesante trama familiar.
Por supuesto, no olvidemos la clave de la serie, esa realidad fragmentada en dos colores
—rojo y verde, acompañada de la fotografía en los mismos tonos— que nos
ha acompañado durante toda la temporada con mayor o menor acierto, proponiéndonos definir en qué punto limita la cordura con la locura.
Como misterio de la serie ha cumplido enormemente con su función,
consiguiendo que dudásemos sobre si lo que estábamos viendo era un
sueño, una mentira o una realidad. No hemos recibido las respuestas concretas que necesitábamos pero, en conjunto, este juego narrativo sobre la psicología del protagonista ha sido una verdadera delicia.
Tampoco olvidar, por último, esa trama serializada que pedía a gritos la serie, tanto por su formato como por su letargo inicial. Salvado por su propia psicología,
ver a Britten investigar el asesinato de su familia, pertrechado entre
otros por su propia jefa —una enorme Laura Innes— ha sido uno de los
puntos clave de la temporada y nos ha acompañado en los últimos episodios con un juego narrativo inolvidable.
Lo que tenía que mejorar
Awake no era perfecta, y es que le faltaba afinar varias cuerdas para conseguir cautivarnos totalmente. Afortunadamente, estas cuerdas no eran demasiadas.
Además de haber dado mayores matices a los compañeros de Britten en las
dos realidades —interpretados Wilmer Valderrama y Steve Harris— o
incluso plantearse la posibilidad de mudarse de cadena para tener más
probabilidades de sobrevivir, lo que en mi opinión debería haber mejorado Awake es, especialmente, su apartado procedimental.
Aferrarse a los casos autoconclusivos en los primeros episodios fue un error enorme; cada uno en una realidad, deberían haber sido tratados de otra manera. Es difícil sacar adelante un procedimental con tan pocos elementos, es cierto, pero en ocasiones
al tratar de buscar una relación entre ambos casos a través de las
particularidades de Britten se obtenía un resultado forzado e
inaceptable. Además, algunos de ellos carecían del suficiente interés.
También he echado en falta un mayor papel de los psiquiatras de Britten,
interpretados por BD Wong y Cherry Jones. Quizás porque, en definitiva,
necesitaba un mayor desarrollo del estado psicológico de Britten
durante la temporada, en orden a obtener más respuestas sobre su
condición mental. No obstante, esta lucha de psiquiatras por tratar de
convencer a Britten que su realidad es, de hecho, la verdadera, ha sido
hasta divertida. De nuevo, enorme Isaacs mostrándonos a un Britten que reconoce su confusión pero que se apega a lo que ve a pesar de que es imposible.
El final
Tenía claro que Awake no iba a darnos todas las respuestas que nos hacían falta para comprender lo que hemos visto en la serie, pero sí se han esforzado para darle un cierre lo más apropiado a la serie,
en caso de que fuera cancelada —algo que se daba por hecho
prácticamente desde sus inicios—. No obstante, el tramo final del último
episodio —el que se adentra en la psicología de Britten— ha sido una
maravilla y creo que, aunque haya dejado una puerta abierta hacia
posibles desarrollos, deja la historia de Awake en stand-by de modo que hasta podría aceptarse como final de la serie.
Tras un terremoto de emociones, Britten no acepta como verdadera
ni una realidad ni la otra sino que por primera vez toma conciencia de
que una de ellas no es real —no sabemos exactamente cuál— y decide apegarse de nuevo a lo que desea, a estar de nuevo con su familia al completo. Así, surge una nueva realidad, llamémosle blanca por el tono de la fotografía, en el que vuelve a ver juntos a su mujer y a su hijo. Pero, de nuevo, nos asalta la duda: ¿es esta realidad la verdadera o es otra creación de su mente?
Con esta pregunta se cierra la temporada y la serie y, aunque no
obtengamos respuestas, al menos Britten consigue volver a ser feliz.
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