miércoles, 20 de junio de 2012

The Killing & Touch, un caso cerrado y otro "tocado"


Menos mal que la segunda temporada de ‘The Killing‘ sí desvela quién mató a Rosie Larsen. Aunque la expectación no era la misma que cuando acabó la primera, si el caso hubiera quedado sin cerrar, habríamos vuelto a vivir aquel ruido insoportable de críticas, quejas y protestas fuera de tono que se desató el verano pasado. Esta vez, todos los que odiaron el final de la primera temporada de ‘The Killing’ no volvieron para ver la segunda, por lo que se ha hablado bastante menos de la serie y, como resultado, las reacciones a su resolución, aunque igualmente divididas, no han sido tan extremas. La serie puede haber perdido visibilidad y no sería nada extraño que AMC decidiera no continuar con ella (de momento no se conoce su futuro), pero en lo que ha destacado esta segunda entrega ha sido en su retrato de la relación entre Linden y Holder.

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De hecho, Holder se ha erigido casi en el personaje revelación, con su breve descenso a los infiernos al saberse utilizado y la camaradería que termina construyendo con una Linden que aparta de su lado a todo el mundo mientras está trabajando en el caso, y que sólo encuentra el apoyo de su compañero, incluso aunque se empeñe a veces en no explicarle qué piensa ni qué pretende hacer. Si ‘The Killing’ tiene tercera temporada, merecerá la pena echarle un vistazo sólo por ver trabajar juntos a Mireille Enos y Joel Kinnaman, por ver esas peculiares pero divertidas conversaciones en el coche (sobre todo por las ocurrencias de Holder) y cómo se rescatan mutuamente de sus momentos más oscuros. Que hayan tenido a todo el departamento de policía y al ayuntamiento de Seattle en su contra los ha puesto en una situación muy a lo Mulder y Scully, de “nosotros contra el mundo”, y ha resultado de lo mejor retratado por la serie.

Los asesinos

Lógicamente, la relación de Linden y Holder se ha ido reforzando conforme investigaban contra viento y marea el asesinato de Rosie, un asesinato del que enseguida se supo que implicaba a gente poderosa, aunque fuera indirectamente, cuando se monta una enorme conspiración contra los dos detectives. Hay que decir que tanto el alcalde como la jefa Jackson del casino indio eran “malos” demasiado unidimensionales y demasiado evidentemente malos, y algo más de sutileza habría ayudado a hacerlos un poco más interesantes. Del mismo modo, a mitad de la temporada se vuelve muy claro que Rosie murió por enterarse de algo que no debería haber sabido, y no era tan extraño que Jamie la hubiera atacado durante una de sus manipulaciones en la sombra para asegurar el triunfo electoral de Darren Richmond.


En esta segunda temporada ha habido menos falsos culpables y los giros iban siempre encaminados en la misma dirección, la de demostrar que la muerte de Rosie estaba relacionada con actividades poco claras en el ayuntamiento, y la revelación última de que fue Terry, su tía, la que terminó matándola inadvertidamente al tirar el coche al lago resultó funcionar bastante mejor de lo que podría parecer, especialmente en un nivel emocional. Terry es un personaje que siempre se ha visto demasiado dispuesta a ayudar a su hermana y a sacrificarse por ella, como movida por un gran sentimiento de culpa, y finalmente averiguamos por qué. La trama de los Larsen ha ido mostrándolos recuperando muy poco a poco algo de normalidad, con Stan peleando por seguir adelante, y aunque ha ido quedándose más apartada del resto, servía para no perder de vista el aspecto humano de la historia.

Linden y Holder

Pero, como decimos, la temporada ha pertenecido a Linden y Holder. Y eso que nos han humanizado un poco a Darren Richmond mostrando su intento de suicidio, y hemos visto también la desesperación de Stan al recurrir al mafioso polaco para el que trabajó antiguamente, o la huida hacia delante de Mitch, pero lo que contaba era el camino siempre al borde del precipicio de la autodestrucción personal de los dos detectives y, especialmente, de Linden. Ese capítulo en el que acaba internada en el psiquiátrico termina de mostrarnos su precariedad emocional y su cerrazón a cualquier cosa del exterior cuando está investigando de lleno un caso, y no es nada extraño que termine la temporada caminando sola por la calle, sin acompañar a Holder a esa nueva escena del crimen. ¿Ha tenido Sarah suficiente y por eso se marcha? No sería extraño, y es un cierre bastante definitivo de estas dos entregas de ‘The Killing’.


La serie, al final, les ofrece un rayito de esperanza a los Larsen y una salida del laberinto a Linden, mientras empuja a Richmond a cruzar las líneas que no quería cruzar antes de ganar las elecciones, y termina optando por una solución interesante a la investigación; la de que el azar y estar en el sitio más inoportuno en el momento inadecuado es lo que termina motivando la muerte de Rosie. Aunque la revelación de que Jaime fue el que puso en marcha la rueda que derivó en el asesinato de la joven pudo pecar hasta de anticlimática, la del papel jugado por Terry sí tuvo mayor impacto, y aunque no redime a ‘The Killing’ de los fallos que ha tenido, sí resulta un cierre bastante más satifactorio de lo que podría parecer, sobre todo, como ya hemos comentado antes, desde un nivel emocional.



'Touch', lo que nos une y lo que nos separa



Es curioso que una de las series que ha logrado la renovación por una segunda temporada haya sido ‘Touch’, sobre todo si tenemos en cuenta el desarrollo de su primera temporada, gracias a la cual nos hemos dado cuenta de que la serie creada por Tim Kring no ha destacado de otras tantas ficciones que no han conseguido la continuación para el próximo curso. ‘Touch’ entra en esa categoría de series de televisión que muestran algo interesante en su episodio piloto, pero que no saben explotar esa idea de manera que los capítulos que le siguen mantengan ese interés inicial.

Me acerqué a ‘Touch‘ después de que me llamara la atención la apuesta que FOX nos hacía con esta ficción. Incluso llegué a entusiasmarme con su episodio piloto, lo que me hizo creer que quizá estábamos ante una de las series revelación del año. Pero lo cierto es que luego me he ido desanimando lentamente con el transcurso del resto de capítulos, dándome cuenta que la serie presentaba una y otra vez la misma fórmula y pecaba de repetitiva a más no poder. Con el primer capítulo entendí que ‘Touch’ pretendía emocionarnos. Conmigo, al menos, lo logró. El problema radicaba en que los siguientes episodios querían provocar el mismo efecto y lo hacían precisamente utilizando el mismo camino, los mismos recursos, algo que al final ha causado cierto rechazo por repetitivo y, más tarde, por mostrar una gran incapacidad de sorprender.

Lo que más le ha fallado a ‘Touch’ ha sido la aparición de una trama principal que contara con más fuerza que la que nos han ofrecido, ésa que se centraba en la investigación de la desaparición de Amelia. Esta historia se ha introducido demasiado tarde, además de que no ha aportado el gancho suficiente para que tuviéramos un motivo para seguir viendo la ficción. Ése ha sido el principal motivo para no seguir viendo la serie: descubrir que con un episodio ya estaba todo contado. La idea de la ficción nos había quedado clara, pero lo único que podíamos hacer para encontrar algo más era abandonarla y buscar una nueva serie que sí cumpliera con nuestras expectativas.

Sin mucho más que contar

La arriesgada apuesta de ‘Touch’ transforma en trama principal lo que en otras series hemos visto de forma secundaria. Hablo de la conexión entre personas, eso de lo que tanto hemos hablado tras encontrarlo en ficciones como ‘Perdidos’ a base de pinceladas que causaban gran expectación y que en ‘Touch’ llega a convertirse en un fin en sí mismo, transformando la serie en un procedimental en el que cada episodio establece una conexión entre varias personas que se encuentran en distintos puntos del planeta. Estas conexiones, algunas mostradas de forma más acertada que otras, nos permitían hacer una reflexión sobre lo que nos une, dejándonos con la sensación de que los habitantes del planeta estamos más conectados de lo que pudiéramos llegar a pensar en un principio.


Ésta ha sido la idea principal que ‘Touch’ quería mostrar y así lo ha hecho en todos sus episodios. Pero esa sensación que nos creaban al principio se ha ido difuminando con el desarrollo de la serie, ya que nos habrían transmitido la misma sensación si, por ejemplo, ‘Touch’ hubiese sido una miniserie de tan solo tres episodios. A la serie le ha faltado algo que ni siquiera ha podido darle Kiefer Suherland. En su vuelta a la televisión, al actor le ha pesado su personaje de Jack Bauer. A mí, algunos de sus gestos me recordaban irremediablemente a él y me costaba creer algunos de sus actos, como que, por ejemplo, no supiera usar un arma.

A excepción de Jake, no he encontrado ningún personaje principal que me llamara especialmente la atención. Solo he sentido simpatía por algún que otro secundario, que conseguían que me interesara por ellos más en un solo capítulo de lo que lo hacían personajes como la asistente social en toda la temporada. Algo que sí me ha parecido acertado ha sido el modo de iniciar cada episodio, con esa reflexión de Jake que te invitaba a conocer la nueva conexión de turno, al igual que con la cabecera de la serie, que también se envuelve en esa idea de conectividad de la que ‘Touch’ no logra salir ni un segundo.

¿Un final cerrado?

Algo que me ha llamado la atención de ‘Touch’ ha sido la manera en la que ha concluido su primera temporada, que, pese a que no resuelve todas las incógnitas de la trama principal, deja la historia más cerrada de lo que pudiéramos pensar en un principio, o, al menos, más cerrada de lo que otras ficciones no renovadas se han despedido este año. Con Martin y Jake agarrados de la mano (todo un logro si tenemos en cuenta la evolución del niño), libres en otra ciudad y tras encontrar a la madre de Amelia, podemos entender que el destino de los tres era encontrarse, como vía para dar con Amelia en el futuro. El paradero de la niña es lo único que no ha quedado resuelto, siendo un gancho al que le falta algo de atracción para que esperemos con ganas el inicio de la segunda temporada.

‘Touch’ deberá sufrir una profunda renovación de cara a sus nuevos episodios si quiere entusiasmar de nuevo a la audiencia. Es cierto que la idea de la serie es buena, y que algunos de sus capítulos consiguen el efecto deseado, pero la sensación general que nos ha dejado es de haber convertido esa premisa inicial en una serie empalagosa y repetitiva, en la que no nos importan los personajes que están conectados entre sí ni, a veces, los protagonistas de la serie, que pretenden sin éxito que nos involucremos en sus vidas y, de pasada, en todas las que van encontrando a su alrededor.

ENLACES/FUENTES:
http://www.vayatele.com/ficcion-internacional/the-killing-caso-cerrado
http://www.vayatele.com/ficcion-internacional/touch-lo-que-nos-une-y-lo-que-nos-separa

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